Un día vi en una mesa a un anciano conocido, estaba jugando a un solitario con una baraja española, jugaba por inercia, pero me pareció que meditaba, como si viera la película de su vida, con sus tristezas y alegrías, me daba la sensación de que éste octogenario que por su edad podía haber perdido la virilidad, y además, era viudo; entendí tras dialogar con él un instante que, aquella reflexión, le hacía encontrarse más intensamente, porque tenía todo el tiempo del mundo hasta que llegara su muerte, me recordó a mi padre con su misma edad, abrigado por otro placer ajeno al sexual y a los demás carnales, se abrigaba en su intelecto y saboreando sus pensamientos, rumiándolo una y mil veces. Y me ví a mi mismo, tan impotente y tan sólo como él, y al tiempo esperanzado.
Siempre se encuentra el sosiego cuando el tiempo se nos acaba, pero un minuto de solitario por meditativo, encierra todo el universo vivido y sufrido.
Nada más triste para el hombre
que darse cuenta que sólo tenía
el valor de un pene erecto,
cuando pensaba que ahí radicaba el amor,
y se da cuenta que tan sólo
ha tenido un desamor acumulado;
una ceguera ilustrada e imaginaria.
El hombre empieza a despertar
cuando empieza a ver dormir
algunos órganos de su cuerpo,
y es entonces, cuando le da tiempo
a reflexionar sobre lo perdido
y lo encontrado súbitamente.
Cuando el hombre pierde el poder
de la pasión carnal que le exigen
y se exige en un imposible,
Se desnuda el alma, observa
y medita sobre otros placeres,
quizás algo disfrazados de misticismo
y se abriga con el otro placer,
en el de saber que existe, y que,
en esa existencia, está lo mejor del ser.
Leganés, 13 de julio de 2009
José Manuel García García (JOSMAN)
Creo que es muy bello lo que cuentas, sobre todo cuando dices que estás esperanzado. ¡Ojalá siempre te acompañe esa esperanza!
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