El Quijote dijo que: “A los
hombres se les conocía por sus obras y no por sus palabras”
Y sin embargo, a Cervantes
se le conoció por sus palabras escritas
en sus obras.
Y en ese unir la obra con la
palabra, estaba el complemento necesario, hasta en su Juez de los divorcios: “El invierno de mi
marido y la primavera de mi edad” no solo estaba diciendo el problema de la
edad en la pareja, estaba analizando sus consecuencias, y España tardó
cuatrocientos años en mal entenderlo.
El invierno no era el de la
edad del marido, era el invierno de España, donde tuvo que poner a dialogar a
los perros y a un loco que intentaba despertarnos para florecer en la edad de
la mujer.
Los políticos todos viven
una primavera ficticia, muchas palabras y pocas obras. Pero tienen los ases en
la manga y saben que el electorado nunca se divorciará de ellos por una simple
razón ni hemos sabido entender El Quijote, ni El diálogo de los perros, y mucho menos El Juez de los divorcios.
El problema político de España,
no es de urnas, es de pensamiento.
JOSMAN.
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