A mi admirado amigo, Manolo Rosa Recuerda, que, sin conocer el Butarque, butarquea por mis versos, presintiendo cada atardecer tibio y manso de un arroyo tranquilo.
El Butarque tiene el rubor
de una tarde tibia y mansa.
Medito mientras contemplo
las ocas que se desplazan
por esta agua vencidas,
opacas, tan silenciosas,
agónicamente pasan
con el veneno flotante.
¡La mano del hombre es
criminalmente insaciable!
En una muerte milagrea
cada tarde. Más que correr,
se deslizan con temblores
de cuerdas de una guitarra.
Y yo las miro llorando
cuando sus sauces abrazan
los sentires de mi ser
que inundan toda mi alma.
Leganés, 7 de septiembre de 2010
JOSMAN.
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