¿Los ancianos han muerto abandonados?
He caído en el desanimo, ya no encuentro
las neuronas que me hacen escribir mejor o peor, a pesar de una muerte
familiar, atendida debidamente en un hospital, no se me van del cerebro las
imágenes imaginarias de los mayores que han muerto por cientos en residencias
aislados en sus habitaciones solos, dicen que sin medicalización, ni
antibióticos inyectables, tan sólo orales decía una enfermera en TV.
No voy a decir como Miguel de Unamuno y
Antonio Machado: “Que me duele España”
Imagino a los soldados de la UME
encontrándolos muertos, hoy presuntamente se conoce un documento que en las
hospitalizaciones se daba prioridad a los más jóvenes y se dejaba presuntamente
a los ancianos con problemas previos y cognitivos al pairo, como se deja un
barco en la tormenta, no soy jurista, pero da la sensación que se les ha dejado
como a las velas consumirse.
Me decía un amigo frisando los 90 años,
cuyo nombre no diré por eso de la imagen e intimidad: “Josman, estaba tan sólo
que, en el día esperaba la noche, y en la noche que llegara el día , encerrado
en una habitación” No supe que contestarle.
Deben de investigar los fiscales y jueces,
el derecho a la igualdad en la enfermedad entra de lleno en el Art. 14 de la
Constitución, no se puede discriminar por motivos de edad a nadie, al margen
del delito de denegar el auxilio por motivos de edad que es como dice dicho
artículo “u otra circunstancia social” porque
en esta circunstancia está la vida en juego, o la dignidad de morir con todos los
medios científicos.
Ya no puedo escribir, no por una obsesión
es por una visión imaginaria, no los he visto, pero es un holograma imborrable,
el más horrible de toda esta pandemia.
Lo que hoy tocan las cacerolas con el
derecho a manifestación son los que su ideología desmantelo la sanidad pública,
la recortó y nos ha llevado a esa subasta de quien vive o muere por razón de
edad.
Estos españoles, muy españoles, de bandera,
de pulsera y hasta mascarilla patriótica, no decían nada, ni caceroleaban,
cuando nos robaban hasta la médula,
cuando nos recortaban hasta los suspiros, dejaron la sanidad escuálida como a
la vieja oveja merina en el páramo de
Castilla hace un siglo y pintaba con la palabra Antonio Machado en su obra.
De aquellos barros de ayer, no vienen estos
polvos, viene la muerte desatendida presuntamente, según el documento que
señalaba dicha circunstancia.
Siempre da miedo la vejez, por las
limitaciones físicas, pero a ese miedo se añade: ¿El de cómo nos dejarán morir?
La muerte cuando llega es imposible de
pararla, pero que nos llegue con dignidad y debidamente atendidos, a la ciencia
no se le puede exigir más allá de lo que sabe, pero dejadla emplear todos sus
conocimientos y medicamentos..
José Manuel García
García (Josman)
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