Mi generación se marcha en silencio.
He vivido más en sueños que en realidades, en ese mundo interior que es la mente, esta pandemia me despierta a la realidad, los mayores de mi generación se marchan sin ese adiós que consuela, hemos comprobado lo frágil de la vida, que todos dependen de un respirador para el bien morir, y sin embargo, las residencias no han estado medicalizadas, y algunos aunque no sean muchos, han sido encontrados mirando al techo esos que dice la señora Ayuso que si son altos sanan mejor y que la D de COVID-19 significa Diciembre, en vez de enfermedad en ingles, el timón del barco, lo lleva una mujer que se mofa de nosotros y hace que nos mofemos nosotros dentro del laberinto e una cura imposible en los mayores con patologías previas.
Somos corderos antes un lobo invisible del tamaño menor que una micra, como decían desde la Edad Media que Dios nos asista, y a los agnósticos la Ciencia.
JOSMAN.
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