A Mari Carmen Estévez Rebollo, que tiene un hombro amigo, donde dejar el lágrimeo del dolor ajeno.
Que en esta caso, y en el día de hoy, es el mío.
Un diluvio inunda mi alma,
y sólo el desahogo en los versos
-sin rima que esclaviza demasiado
ni el metro del son cuadrado-
dejo escapar el desasosiego ingrato.
El papel es el desagüe de las noches,
bajo la lámpara amarilla, donde
una mariposa de verano, gira, gira,
como planeta soleado e indeciso...
JOSMAN.
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