El Claro-oscuro político.
La política es como decía yo de la Guardia Civil, hay quien vive de ella, y quien vive para ella.
Y como dice mi amigo el poeta Liberto Malasaña, "en la política hay césares, tribunos y lacayos".
El tribuno es el que recibe un alto salario del pueblo, y el lacayo, es el que realmente se cree la ideología, y es un adlátere, es aquél que hace la tarea de trinchera, mientras el tribuno ve la vida desde la retaguardia alentando al lacayo que se desangra en defensa de una senda que no tiene horizonte.
La política es lo contrario del amor, éste se mueve por sentimientos y sensaciones, saltándose las leyes de la sociedad y el costumbrismo que le produce sufrimiento, y entre el amor y el sufrir, halla el fuego vital del verdadero reto de su pasión, que, es sobreponerse a lo cotidiano y así sueña, aunque sea platónicamente que camina por un mundo distinto.
La política y el amor son dos polos opuestos, la primera tiene como meta conseguir metas materialistas enmascaradas con la etiqueta de servir al ciudadano.
El amor, aunque sea prohibido, se conforma con asomarse a una ventana abierta, donde afloran los sentires íntimos para oxigenarse de esa felicidad ansiada. Dichoso el que la tenga, porque esa y no otra es la miel de la vida en este loco mundo.
JOSMAN
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