lunes, 6 de agosto de 2018

ARDE MADRID EN AGOSTO.

Mi madre como tantas gentes de mi infancia, antes de oír hablar del cambio climático, solían decir: “Madrid nueve meses de invierno y tres de infierno”

Madrid es una copa de fuego
que espera un beso nocturno,
las terrazas se llenan de noctámbulos
donde junto a Baco se dan un respiro,
y llega la madrugada,
donde se enciende un Sol a fuego lento
que desciende del espacio
con un paso vertical e hiriente
que disuelve una noche despistada.
Madrid en Agosto es un desierto
de colmenas y asfalto abrasantes,
es el infierno de Dante que callejea.
Y aquél botijo de mi padre, aliviador,
en un patio regado con agua de rosas
que se evaporaba en un suspiro,
en el polvo mudo, de la calima penetrante,

JOSMAN.

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