Un banco donde me siento
bajo un sauce de lágrimas
verdes y colgantes.
Al fondo, el lago
y una pradera silvestre,
excrementos de aves en la orilla,
el agua verde, enturbiada
tras la tormenta gris,
que aún embarrando alimenta.
El Butarque tiene todo
diminutamente bello;
los insectos de los que escribo,
el pinar monjil, su merendero,
hasta los enamorados primerizos,
los trigales de la ladera sur,
solo el cementerio que corona
parece un Partenón pepinero
de panteones fríos,
de cruces negras y morados
otoñales crisantemos.
El Butarque con su cauce
menguado,
a veces huele a pesca
abandonada, y otras,
a hierbabuena, a hierba
fresca de primavera.
Y es sobre todo, una caricia
que Leganés casi desconoce
y no frecuenta.
Leganés, 24 de mayo de 2010
JOSé MANuel García García (JOSMAN)
No hay comentarios:
Publicar un comentario