Mi padre, era infinitamente más sosegado que yo, no vomitaba en versos sus descontentos sociales y políticos, tragando una posguerra difícil, al no existir en ella una izquierda redentora, llevó una lucha solitaria y anónima, yo siempre he pensado que, rumiaba sus penas en su interior, y las apagaba en sus silencios.
A mi padre se le escapaban
las penas, por los cangilones
interiores de sus silencios.
Dichoso de él, que los acunaba
sin vomitar en versos
la luna menguante de España.
El hombre pueblo, de conducta
proletaria, solidaria, tan anónima
como la lluvia llovida y lloviente.
El discípulo Juan, a pie de cruz,
cenáculo de posguerra
sin izquierda redentora.
Mi padre lloraba con lágrimas
secas, y rompió el silencio,
cuando la frialdad del otoño
le hizo hielo eterno en su sepulcro.
Leganés, 2 de julio de 2010
JOSé MANuel García García (JOSMAN)
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