Uno debería abandonar ésta piel de toro y volver el 26 de Mayo, un hedor a excremento humano invade España desde los Pirineos hasta la Bahía de Cádiz, y desde Badajoz al puerto de Sagunto en el Mediterráneo, nada escapa de la corrupción política, en especial en Andalucía.
Ahora todo es ruido, los unos y los otros defienden su parcela, insultan sin sentido a los del otro bando, y si los políticos presentaran querellas criminales, colapsarían los tribunales cinco años.
Vivimos en los Batanes quijotescos, nos asusta el miedo a los unos y los otros, los independientes verdaderos, buscan como Diógenes un político honrado con una lámpara a pleno sol.
Resucitan las dos españas, se busca debajo de las alfombras los ácaros del contrario, y todo apesta, solo los subalternos no tocan pelo, porque no manejan la espada taurino-política, el poder infecta y acaba en una septicemia.
España, navega en su marejada eterna y produce mareos en su proa y en su popa, como un barco débil donde se tronchan los palos de sus velas en los vientos de Tarifa.
Como Quevedo en el siglo XVII, "miro estos muros de la patria mía" y entre ellos los maderos eternos con su carcoma eterna.
JOSMAN
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