miércoles, 25 de julio de 2018

SUSPIRO BUTARQUEÑO.

Este banco en que me sentaba, dejó de existir en el incendio de 2015, y no se repuso.

Cuando escribí “El loco del Butarque” ignoraba que en parte, llevaba un poco de mí, de cuando butarqueo por esta ribera en que experimento una cierta ilusión y nostalgia.

Vivo entre sueños y versos
bajo el sol de la planicie butarqueña,

y la chicharra invisible
le chilla a la soledad del parque,
los pinos sudan este Julio impío.
El álamo me recuerda a un centinela
de sombra cuartelera.
Mis ojos se sumergen tras un pez
sueño tras él con el catón
de mi infancia tan lejana.
El Butarque tiene algo de ilusión 
y de gris nostalgia,
de paraíso de besos clandestinos,
un grajo me mira de soslayo
mientras escribo en mi cuaderno,
aquí me siento niño y viejo al tiempo,
y suena un leve suspiro, profundo,
como si pidiera auxilio, ¿de quién será?
que estremece un instante la ribera.


JOSMAN.

Últimamente éste gobierno que se llama socialista, quita bancos, o se los quita la barbarie del hombre, unos en el Butarque, otros en el Centro Ramiro de Maeztu, obviamente se quitan los que se hallan a la sombra, es curioso, nos dejan los del cara al sol.

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