viernes, 22 de junio de 2018

POETAS, INODOROS Y SACRISTANES.

POETAS, INODOROS Y SACRISTANES.

En Leganés hay grandes poetas de los dos géneros, pero no veo, ni leo, ni oigo, que existan poetas sociales, sí hay periodistas que analizan en opiniones las circunstancias reales que sufre o goza nuestra ciudad y por ende sus ciudadanos.
Hace tantos años que aún peinando mi flequillo, hoy cargado de alopecia, escribí sobre la que yo llamo catedral de la vecina ciudad de Getafe, y hoy recordándolo reflexioné sobre los poetas que guardan su viña, y recordé lo citado que recojo en un artículo de opinión, de todo cuanto dice el sacerdote en el altar, guardan silencio el monaguillo y el sacristán.

Todos nuestros grandes poetas y escritores, del siglo de oro, desde Cervantes hasta Calderón, todos tuvieron padrinos a quien dedicar sus libros, pisaron las alfombras del poder, y degustaban las viandas de la nobleza, hoy en Leganés, no se come, pero el altar municipal impone silencio, y es mejor escribir del propio ombligo, (“el tete” que así lo llama mi nieto Darío)
Dice el autor de El Alquimista que es secreto de la sabiduría, está en ver las maravillas del palacio sin derramar dos gotas de aceite en una cuchara llevada en la mano, y así debe de ser, según Coelho.
Pero olvidó decir que, los palacios tienen inodoros y por lujosos que sean, se les deposita mierda, cuando el palacio es público se puede y debe escribirse del mismo y de los sumideros y cloacas, se puede escribir de la fachada de nuestro ayuntamiento de piedra de granito, de su reloj de autómatas, pero el poeta social no debe ser como el sacristán, arrodillarse en el altar y callar. No debe injuriar, ni calumniar, pero debe opinar y como un forense diseccionar lo público. 
Mientras Pemán escribía de Lola Flores, Miguel Hernández ya había escrito que cómo habiendo tanta cosecha de aceite en Andalucía ayer, hoy y siempre, estaban tan mal pagados los jornaleros, se debe de ver la belleza y el arte de las Lolas, pero hay que descender a eso mismo, a la aceituna, el oro verde del terrateniente, y que al recogedor solo se les ofrece hojalata. “Decidme en el alma, de quién son tantos olivos”

JOSMAN.

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