MI CARROZA ES UN SUEÑO.
Es necesario soñar, es necesario leer y es necesario escribir, cada cual
en la medida que pueda.
A veces desde mi escasa capacidad de aprendiz, he soñado más que vivido,
aunque al soñar lo llamo vivir.
Mi Carroza de oro, que estos días ha leído una mujer octogenaria, no sé
si encierra un sueño o una realidad enmascarada, es un cuento de amor, ya que
no tengo la capacidad de Charles Dickens que en 1843 escribió “Cuento de Navidad” donde relata sin
reconocer parte de su infancia, y la vida de un malvado al que visitan unos
fantasmas.
EE.UU. despertó a la Navidad con este cuento, y mi
Carroza, nació de una conversación de cafetería, con una mujer que me habló de
la Cenicienta. Ésta dicen que nació de una tradición oral, hasta que entre
muchos otros autores, el francés Charles Perrault, escribió en 1697 la versión más popular.
Cuántas mujeres y hombres han soñado durante generaciones con un baile
donde podrán ser cenicientas y príncipes, para después acabe todo a media
noche, la vida es así un cuento, real o imaginario.
Mi Carroza es así, en vez de un Cuento de Navidad, un cuento leganense,
donde Guiomar es la Cenicienta, la amante de A. Machado es la protagonista de
mi cuento. Las modistillas de Madrid querían ser cenicientas, y los Manolos postineros,
ser el príncipe que las enamorara, y así pasaban una juventud de sueños a la
que Carlos Arniches dio un lenguaje más teatral que real.
Y entre cuentos de Navidad y Cenicientas, el mundo soñó y yo soñé con
él, quizás para huir de Leganés.La literatura pone luz a la vida, otras retrata
el vinagre y la hiel para despertarnos.
Y esa mujer octogenaria, me ha preguntado, me ha leído, y si la ha
acompañado una tardes, me doy por satisfecho, ni Guiomar ni Lúa han existido,
pero ésta mujer les ha dado vida, les ha dado imagen, y les ha dado vida en su
mente, él único ejemplar existente en Leganés cayó en sus manos, y aún
quedándome sin él, le ha servido para sentir el eco del amor escrito.
Y ese es el mayor viaje de mi Carroza, a la que pisaran los caballos a
las doce de la noche.
JOSMAN.
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