Francisco Nogales (Kiko), se nos fue en este brotar de una nueva primavera, un día de abril republicano.
Se acostumbra a escribir bien de los seres humanos cuando fallecen, a veces por respeto, otras por diplomacia.
Pero de Kiko debemos de escribir con el alma y hacia su alma, su corazón y sus ideas.
Kiko tenía el alma de los que son solidarios con sus semejantes, y tenía un gran corazón, porque esa solidaridad, antes citada, siempre encontraba una frase de ánimo y de comprensión para aquellos que siempre tenemos esas horas bajas.
Sabía entender la crítica política, y lo mejor de todo, pararse con el vecino, tenía eso que llamamos empatía, que dicen que es el ponerse en el lugar de los que éramos y somos críticos, y a pesar de su genio, él siempre se inclinaba por el respetuoso diálogo.
Sobre sus ideas, siempre fue un idealista puro, tanto desde su cargo de concejal y Presidente de
Recuerdo, cuando se levantaba a media noche, a desclavar las estacas que indicaban cual sería el trazado de
Fueron tantas sus actividades, su servicio real a sus convecinos, que cuesta numerarlos y hasta recordarlos.
La pureza de su idea, nos lleva a pensar, que hemos perdido el último baluarte de una izquierda, que hoy, se minimiza preocupante.
En alguna ocasión fue rudo, pero esa rudeza provenía de un corazón noble, que se desbocaba ante el atropello y la injusticia social.
Hemos perdido un amigo, un gran ser humano noble, y un camarada oscuro, una mano de obra insustituible, un hombre a pie de barrio, que le molestaba tantas horas de despacho, porque le alejaban o aislaban de su pueblo.
Siendo Presidente de
Honestidad, que casualmente rima con eternidad. Porque tu huella Kiko, para cuantos fuimos tus amigos, será por siempre eterna.
En donde quiera que esté tu alma y la luz de tus ideales, te envío un abrazo.
Leganés, 26 de abril de 2009
JOSMAN.
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