Algunas noches pienso en las mujeres, ciudadanas españolas, con más derechos que yo, que para servir a Dios se encierran de por vida en un convento de clausura, obviamente tienen derecho a elegir la vida que quieren llevar, y llevarla donde quieran, pero yo hoy, solamente reflexiono y opino, de que, la vida dedicada al amor a Dios y al prójimo se puede realizar fuera de esa clausura, de la que opino que, es una cárcel donde el anhelo es frío, que sólo se nutre de la tibia oración.
La libertad bien preciado, según hemos leído entre otros textos, en los ecos cervantinos del Quijote, y desde la libertad, podemos servir a los ciudadanos, al Estado y a Dios.
Tras las celosías de un convento
de clausura, de éste siglo veintiuno,
quizás entre Dios y ande de puntillas.
La libertad de los seres, es todo,
junto a la salud, el bien preciado,
según la luz del eco cervantino.
Servir al prójimo, lo samaritano
está a pie de calle, sendas y caminos,
ahí está Dios luchando en cada herida.
En cambio, rejas, muros, celosías,
son cárceles de un vano anhelo frío
con el tibio calor de la oración.
Leganés, 31 de agosto de 2011
JOSé MANuel García García (JOSMAN)
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