Cuando se escribe un verso, y tras él se guarda el bolígrafo en el bolsillo, sin continuar el poema, te queda esa sensación de que más que el no saber continuar, la de provocar un aborto poético.
Vive el verso flotando en la odisea,
en el papel que trémulo palpita,
hoy han vuelto las musas precipitadas
como viajeros metropolitanos en hora punta,
y las freno, mientras saboreo el café azucarado,
el papel espera un segundo verso
pero el bolígrafo en el bolsillo encarcelado
tiene el capuchón como un preservativo,
que impide que la tinta dibuje en el papel
esas letras que forman las palabras.
que como dice Gómez Valverde,
marcan nuestro tiempo.
"La palabra y el tiempo"
o "El tiempo y la palabra"
sin darnos cuenta que, el nuestro es reducido
como el suspiro indescifrable
de un orgasmo invernal
en la urgencia adolescente
bajo una retama butarqueña.
JOSMAN.
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