Breve carta a mi alcalde.
Si
uno entra en la página web del Ayuntamiento de Leganés, en el apartado de salud, dice lo siguiente: “La promoción de la salud, es un proceso que
permite a las personas incrementar el control de su salud, para mejorarla”
Sr.
Alcalde, sé que estamos en una pandemia, pero cuando ciudadanos llaman a pedir
cita en un centro sanitario y le dan cita para atenderle telefónicamente a los
16 días (Centro de Pedroches) a un familiar mío, y tiene que recurrir a la
Sanidad Privada para ser atendido, ustedes que llevan por apellido “obrero” si
tuvieran un mínimo de sombra socialista, que no nombre, dimitirían, y tratare
de explicarme, ¿para qué quiere usted en su gabinete una delegación de salud?
La
competencia la tiene la CAM, ¿pero para qué? Ustedes pintan en ese asunto lo
que yo: ¡Nada! Sí doña Concepción Saugar, es una mujer preparada, pero si su
gestión es limitada, quite usted esa delegación.
Mire
usted ni en el franquismo, que conocí en
una posguerra prolongada, se atendía peor al paciente, existía hasta el
Hospital General de Socorro en Atocha, las casas de socorro.
Hoy
día el ciudadano enfermo, sin ser una urgencia, tiene que ser tratado en la
privada, si tiene recursos económicos para acudir.
Ustedes
que tienen una delegación, ¿para qué, para vacunar gatos y perros, atender una
plaga de roedores? Que ni siquiera eso atienden.
Si
yo fuera político me hubiera enfrentado a la CAM, por defender la salud de mis
ciudadanos a los que digo representar, es fácil escribir, lo sé, pero lo hacemos
gratuito, usted gana lo que el Presidente del gobierno de la nación.
Y tener
una delegación de salud donde no hay atención
sanitaria salvo para el virus, es abandonar al pairo al resto de la población con
otras patologías, tenemos una asistencia sanitaria tercermundista, y usted lo sabe
o debería de saberlo.
Usted
sabrá aquello que le he repetido cien veces, y Cervantes los escribió hace cinco
siglos: “Los oficios mudan las costumbres,
y al verte regidor, no conoces ni al vecino que te voto”
Al menos
tenga la ética de clausurar una delegación que no puede dar seguridad ni cumplir
la primera línea por la que motiva su existencia.
JOSMAN.
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