Dos vidas en una.
Cuando en 1909 Galdós escribió “El Caballero encantado”
convirtió en su novela a un aristócrata en
gañán del pastoreo, en ese encantamiento que narraba Cervantes en El Quijote, y
en esa ficción nos muestra las dos caras de la sociedad de su tiempo que sigue siendo
la de ahora. Le añadió como el Quijote, sin plagiarlo, una Dulcinea, y sin ser maltratado
tuvo que soportar a aquellos arrendatarios a los que él ahogó con sus demandas de
pago, por trabajar sus fincas.
Era una justicia social, pasando de los viajes
a París, a la labor pastoril de comer en circulo en el suelo, de administrar sus
riquezas a producir riqueza para otros.
Podía ser un Karma en una misma vida, purgar culpas,
y ver la vida desde el prisma de dos estadios.
Imaginemos si no fuera un anciano al rey emérito,
encantado y viviendo en una residencia de ancianos, con sus gimnasias, sus partidas
al dominó, sus comidas y una habitación compartida.
Eso nos quiso mostrar Galdós, ver la vida desde
la profundidad de un valle, hasta las altas cumbres del Urbión de Castilla y el
Moncayo de Aragón como hizo Machado.
Deberíamos de pasar por dos formas de vivir, riqueza
y pobreza, para entender las circunstancias que las rodean, pero eso y esto, sólo
es una novela.
Josman.
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