Dicen
que dijo Larra que: “Escribir en España era llorar” o pienso que se equivocó,
escribir es lanzar palabra en medio del mar, porque es un llanto doble, incluso
para las elevadas plumas como la de él.
Este
es un país que en lo general, que no en lo individual, lee poco y lo que lee ni
lo analiza ni lo retiene como referencia, es decir son palabras que caen en la
mar y se hunden y le sirven de sedimentación, más profunda que los corales, por
ello, los poetas aficionados somos como asnos que giran en una noria donde los
cangilones hacen ruido pero asciende una gota en ellos que lanzamos al viento
hasta que se evapora.
Escribimos
como andamos, lo necesitamos para no quedarnos anquilosados, pero sabemos que
tras una lectura, es como pasar la página anunciadora de un periódico local,
donde ya conocemos de antemano casi todos los comercios que podemos necesitar.
Escribir
es eso, lanzar las palabras a la mar, como un niño y si éstas tienen algún peso
descienden, sabiendo que no hay un Capitán Nemo que pueda leerlas.
A
Nemo lo creó Julio Verne, lo lanzó bajo la mar, y curiosamente haciendo una
gran obra, sus palabras flotaron en vez de bajar al Nautilus para acabar en la
orilla de la playa, y se pudieron leer, y las leemos.
Decimos
citas de grandes escritores, hasta en el parlamento, pero leerlos como se debe
y entenderlos que es de lo que se trata, muy pocos.
JOSMAN.
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