domingo, 17 de agosto de 2014

RETRATO DE LEGANÉS.

Leganés era un pueblo entorno a un manicomio, mas hoy, todo él es un manicomio, que cuenta con un pequeño habitáculo con personas recluidas por dolorosas melancolías, obsesiones y controladas esquizofrenias.

 Las verdaderas demencias estamos y leganeamos fuera, en la selva del asfalto, en la deriva infinita con la cerviz herida de los toros en la lidia.

 Ese es el verdadero desequilibrio, el manicomio profundo e infernal de la ciudad. El reino de Hades naufrago sin remisión. La Odisea sin Ulises y sin rumbo.

Al fin y al cabo, como una Iliada sin Aquiles y un Héctor presuntuoso, donde Troya se desploma en un Salón de Plenos fantasmal con hedor a ajos e incienso.

Y por si fuera poco, un claro-oscuro donde la pelota de la ciudadanía golpea de un bando a otro con el mercantilismo de una Venecia donde un nuevo Marco Polo se exiliaría a un Oriente de pura seda y de canela amarga.

Eso es Leganés, por mucho que, las ediles procesionen con peineta y mantilla, devotamente inmaculadas.

Josman.
 

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