sábado, 24 de noviembre de 2018

EL OMBLIGO DEL POETA Y LA ESPAÑA NEGRA.

EL OMBLIGO DEL POETA Y LA ESPAÑA NEGRA.


En España tenemos más poetas que cerezos tiene el Valle del Jerte, es bueno que existan, porque de ellos aprendemos, cada cual escribe en libertad cuanto siente y cuanto crea conveniente, pero insisto en que no hay poesía social, esa que reivindica o protesta por una menor injusticia social.
Tenemos una poesía donde importa más el vocablo erudito que el retrato real de la sociedad en que vivimos, el poeta se mira demasiado el ombligo, se puede ser intimista pero quien sólo ve su sentir en parte es un río esclavizado en su propio cauce sin fijarse en los chopos que crecen en sus riberas.
El poeta en parte debería de ser un historiador de su tiempo, los grandes escritores de los dos últimos siglos lo fueron, desde Emilia Pardo Bazán, con los Pazos de Ulloa, a Galdós con toda su obra, Unamuno con su San Manuel Bueno y Martí, y Gonzalo Torrente con sus Gozos y las Sombras, sólo por mencionar a cuatro.
Estas novelas nos mostraron las diferencias sociales, no consiguieron cambiar un ápice las circunstancias dramáticas de su tiempo, pero nos la dejaron como testigos reales de un tiempo que socialmente no debería de repetirse. 
Desde Marianela, hasta Fortunata y Jacinta, se desgarra la historia de una España que sólo Galdós dibujó con la palabra superando la altura de Velázquez y Goya en la pintura.
“Pero cada uno es cada cual”, según decía Serrat, ellos y ellas creaban personajes con distintos nombres, pero María Manuela, muerta de amor, ha existido hasta los años 60 y 70 del siglo pasado, las chicas de servir, donde el señorito eran un ciego al que querían como su propio hijo. Pero eso pertenece a la España Negra, que debería borrarse no sólo de la historia, sino de las mentes que la sufrieron.



JOSMAN.

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