Sin ser yo un
buen hombre, hay días que las arbitrariedades de algunas personas, me llegan al
hondón del alma, infinitamente más que a Unamuno le llegaba Don Sandalio.
No puedo ni debo
generalizar, pero es en el reparto de las miserias donde vemos la
deshumanización de los seres humanos.
Marginar de un
derecho legítimo a quién está incapacitado mentalmente, y por ende
judicialmente, es un acto similar al realizado por las hienas y los buitres
cuando se disputan los despojos de un cervatillo recién muerto en las estepas.
Así es aún en el
siglo XXI, el comportamiento del hombre y la mujer.
Tratar de éste
modo a un incapacitado, tiene en mi opinión, sin exagerar, la gravedad de un
delito de Lesa Humanidad, porque sin duda es abusar gravemente en la pelea cotidiana de la vida, de quien no
tiene pies ni manos, o mente que dirija a éstas extremidades para defenderse.
Pobre
incapacitada,
querubín de
Ciempozuelos,
dos años sin
unas bragas,
de caridad, sin
remedio.
Mientras que sus
cinco hermanos
se repartieron
los euros
tras la muerte
de su padre,
sin tutora, en
cielo negro.
Mas ella sin
otra cosa
que tragar el
viento fresco…
¡Cuando la mente
es débil
nos pisan hasta
los nuestros!
¡Cuánta sangre
de Caín!
dijo Machado al
respecto.
Leganés, 5 de
Noviembre de 2013
JOSMAN.
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