miércoles, 6 de mayo de 2015

LA NINFA DEL BUTARQUE.

Foto de   http://www.seresmitologicos.net/terrestres/ninfa

Nada me gusta más que la noche butarqueña, pero jamás voy de noche, porque siendo un lugar de enamorados sin hogar, es un rincón de amores y, conocido como soy en ésta ciudad, no quiero que me tomen por un mirón que necesita esas dosis de psicología para practicar aquél onanismo de mi juventud hoy tan lejana.

Dicho esto, aunque no venga al caso la aclaración, eso me impide visitar el arroyo con nocturnidad, de toda esta ciudad que empiezo a aborrecer por su política cortijera de todos los colores, tan sólo salvo ese arroyo y su parque lineal, con su lago o estanque que mide 880 metros su contorno, en es el único lugar que me permito reflexionar o pensar cuanto con mis limitaciones intelectuales me permiten.

Necesito ir sólo, quizás por imitar a Bécquer y A. Machado que con medio siglo de diferencia  en el tiempo subían a San Saturio, mientras el reloj de la Audiencia soriana marcaba las 18 horas en un anochecer de otoño.

Allí fue donde cree a Lúa, allí es donde me encuentro con esta ninfa, con ésta diosa menor en la creencia griega de hace 27 siglos, allí, es donde sueño esas mañanas en que solo existe la presencia de cuatro pescadores, que también meditan ante la caña a la espera de que alguna pieza pique el anzuelo engañador.
Allí, antes del atardecer hay parejas de patos que también se entregan al amor, donde hasta las mariposas se emparejan y se posan en los pistilos de las flores silvestres.

No encontré a mi ninfa en un estado de locura como le ocurrió a Manrique en "El rayo de luna" de Gustavo Adolfo Bécquer, mi ninfa, mi Lúa, sin salir de mi mente invade todo el parque lineal.

Soñar despierto, es vaciar la mente al tiempo que se nutre de fantasía, vaciar para llenar, la mente es como un cangilón de noria, que gira y gira llenando y vaciando, es una necesidad vital, es como esa válvula que se abre en las ollas para vaciar el vapor patatero y tener acceso a lo cocinado, ahí está el apetito de la mente, su sosiego y su hervor,  y regresa uno al Mayorazgo con esa paz adquirida, con esa sensación de la droga legal como el Orfidal.

Así llamo yo al Butarque, mi droga legal, sin receta médica, sí, es en ese lugar donde éste JOSMAN hipertenso cae en ese sueño donde el pulso se relentiza,y como si el tiempo se parara he llegado a dormir, posiblemente en brazos de una Ninfa real. exclamando ya no sé si en silencio o despojado de la razón, como un Galdós anciano y ciego, repito insistente: ¡Lúa, Lúa , Lúa, Lúa!



ENCUENTRO.
Ninfa soñada y vivida,
corpúsculo dorado, celestial,
ascendente entre los juncos
como un nenúfar fresco y flotante.
Aparición butarqueña
que asida del tablón de embarcadero,
como una sirena de Odisea
me llamas insistente y desnuda.

Desciendo y sumergido en el estanque
soy como el pez sorprendido en el romance,
-aquél lorquiano y lujurioso
que abría el amante hueco sobre el limo-

Allí te amo en mi locura manriqueña,*
bajo las bóvedas del bosque solitario.
Siento trémulas las ramas de los chopos,
al pino le cae una aguja silenciosa.
lo demás, es la mente que traspasa 
la existencia febril de nuestros besos
en la enredadera del sueño y del misterio.

* Manrique, protagonista de la leyenda El Rayo de Luna" de Bécquer.

JOSMAN.

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