Gustavo Adolfo Bécquer.
1. f. “Gobierno en que ejercen el poder los ciudadanos
que tienen cierta renta” Siempre añado que, son los que desde la sombra con su
capital dirigen a éstos gobernantes nuestros como marionetas del marcado.
De
los cuatro pilares de una democracia, que tantas veces he citado: Salud,
Enseñanza, Trabajo y Servicios Sociales, tanto estatales, como comunitarios y
locales, éstos últimos son el termómetro de la temperatura democrática de una
nación, lo demás, es en lo que hemos caído, una dictadura del capital que nos
deja intervenir en las urnas, sabiendo que su resultado, será seguir manejando
a los cargos electos con los hilos invisibles, como se hace con las marionetas
en el teatro de títeres.
Cuando
veo millones de personas sin trabajo y sin prestaciones o subsidios, a veces me
dirijo a la carta quinta de Gustavo Adolfo Bécquer incluida en sus cartas “Desde
mi Celda”.
Leer
sus dos últimas líneas, es creer en Dios, Bécquer nos dio un Dios que
buscábamos y necesitábamos, porque si no, sería imposible entender como el ser
humano sobrevive ante este terror – miedo extremo- de ésta supervivencia en que
la democracia, mejor dicho la Timocracia, deja a muchos de nuestros
conciudadanos necesitados.
Por
ello, escribo entrecomillada siempre ésta cita final de la carta becqueriana:
“Dios
aunque invisible, tiene siempre una mano tendida para levantar por un extremo
la carga que abruma al pobre. Si no, ¿quién subiría la áspera cumbre de la vida
con el pesado fardo de la miseria al hombro”
Se
crea o no se crea en Dios, le necesitamos, quizás porque para muchos sea el
único asidero donde agarrarse con afán, para evitar precipitarse al vacío del
suicidio aquellos qué, sólo tienen la bóveda celeste y la tierra que pisan que
aún no ha privatizado ésta Casta.
JOSMAN.
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