sábado, 23 de julio de 2016

EL TXISTU, LA CAVERNA Y MI MADRE.

Txistu.

Mientras me aseo para ir presentable a comer al Txistu, no encuentro el txistulari de mi infancia, que no es otra cosa que una flauta de tres agujeros que los vascos tocan como nadie.

Hago una análisis de aquello de morir de amor, y de que la locura es inocente, el verdadero problema de la vida del demente, es el qué ha provocado su locura, y ahí tropezamos con Romeo y Julieta, y hasta con los atentados que masacran a medio mundo y con él a Europa.


Antes de existir el Txistu, había escrito éste aprendiz de poeta: La locura no es el problema, el problema es lo que la provoca.


Pero seguimos sin salir de la Caverna aquella de La República de Platón, la política nos pone una hoguera, un muro y tras él, vemos figuras que desfilan, y ese es nuestro mundo, los sentidos manipulados


Y lo diferente fuera de las cadenas, nos da miedo, y hasta al desencadenarnos al salir de la caverna el sol nos cegará durante un tiempo. Y eso tan natural, nos hará volver a las cadenas porque es lo único que conocemos, y el hombre es feliz en lo conocido. Así lo veía Platón y así es, Como cuando yo era niño, y nada me protegía más que estar bajo la falda de mi madre, sabiendo que la señora Inocenta, -que así se llamaba-, acabaría azotándome con la zapatilla, así era mi madre, y así era yo, y ahora casi con la edad de Platón, -anciano- a veces torpemente, me asomo a la puerta de la caverna y alcanzo a ver más con mi cabeza que a cuanto puedan alcanzar mis piernas en su huida.


JOSMAN.
Foto de Google.

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