EL
CERDITO AZUL Y LA CORNEJA.
A
mi nieto Darío, este cuento butarqueño.
En Leganés que se
abandonaron las granjas en el barrio de La Fortuna, nadie sabe por qué nació un
cerdito azul, como en el caso del “Patito feo” del cuento de Hans Christian
Andersen , también
era despreciado y hasta dudaban de que su carne valiera para la matanza, cerca
del barrio transita el arroyo Butarque y bajo la carretera Radial 5 iba nuestro
cerdito azul a pasar sus horas de soledad, jugaba y hociqueaba sobre la hierba
primaveral que embellece nuestro parque solo regresaba al anochecer a un patio
habilitado de cochinera, allí sus hermanos gruñían por su presencia, porque
todo cuanto se sale de la norma establecida aún no sabemos por qué se detesta
hasta en el mundo animal.
En uno de los paseos
encontró sobrevolando casi acariciando sus grandes orejas la famosa corneja de
la que se habla en Leganés y que nadie ha visto en la atalaya del edificio del
consistorio.
Los animales hablan a
su modo, y la corneja se posó ante el cerdito azul, diciéndole: ¡Qué color más
bello, y no éste mío tan fúnebre que de antiguo los humanos utilizaban en señal
de luto por sus difuntos! Sin embargo tú tienes el color de lo que llamamos
cielo y que dicen que envuelve todo el espacio del planeta, salvo esas nubes
borrascosas grisáceas tan necesarias para la lluvia que es el agua de la vida.
Pues eso no dicen mis
hermanos ni mis padres, que siendo de ellos, me tratan como eso que dicen los
humanos de los que son de otra raza.
La corneja le dice
extrañarse de que, en animales también exista la xenofobia, eso tan grave que
es el odio al diferente y que los humanos recogen en sus leyes. No te preocupes
yo seré tu amigo, o más tu hermano y haremos que desde las lombrices, los
patos, los cisnes y todo animal viviente de este parque te acojan con amor y
cariño, tal y como deberían de hacer las personas con los llamados refugiados
que huyen de las guerras y otras calamidades, hasta las urracas tan agresivas y
tan dañinas con los gorriones sobrevolarán sobre ti como queriendo jugar
abanicándote con sus alas negras como las mías.
El cerdito lagrimeaba
emocionado, y exclamó que no hallaba palabras de agradecimiento.
La corneja también le
anunció que habría momentos en que no estuviera, ya que a veces se adentra en
los rastrojos de los pocos trigales que aún perviven en este rincón del
municipio.
El cerdito, le indicó
que mientras jugaría con las ranas y tratando de entender ese gruñido musical
que hacen los patos en sus ir y venir sobre volando el Lago.
Todo esto les explico a
la noche a sus hermanos que nunca habían salido del patio-cochinera, como si su
vida fuera cebarse y esperar al matarife.
Tras su relato sus
hermanos y padres, quisieron conocer cuánto les había contado el cerdito azul,
a la mañana siguiente todos en fila india caminaron hacia el Parque Lineal,
allí quedaron atónitos, desde las nocturnas luciérnaga hasta las palomas
torcaces, las liebres, y en especial la corneja, le hacían gesto de reverencia
al cerdito y su familia, hasta el fluir butarqueño se pausó como si también sus
aguas quisieran rendirle pleitesía.
La corneja tras un
vuelo bajo, se posó ante la madre del cerdito, adivinando que era ella, y
dirigiéndose a ella, le relató el cuento del patito feo, como se hizo un bello
cisne.
Después, le explicó eso
tan humano de que la belleza no está en el color de la piel, y que su hijo,
azul, marrón o rojo, tenía un blanco corazón y un sentimiento mayor que el del
cielo que representa el color de su piel, y que de los sentires surge la
verdadera felicidad de los seres humanos o animales.
La madre cayó de
rodillas y la corneja acarició con su ala su hocico y sus orejas.
La corneja que debía de
haber oído el Evangelio desde el campanario de la Iglesia del Salvador, le dijo
aquello de Jesús de Nazaret: Vuelve a La Fortuna, y no vuelvas a pecar con
todos tus hijos e hijas, porque el mayor delito es el de discriminar a los
propios hijos por muy diferentes que sean.
El cerdito lloraba
emocionado besó a su madre y se lanzó al Lago, allí los patos y los grandes cisnes
lo llevaban sobre sus alas, y así, los poetas escribimos que jamás por siglos
que dure nuestro Lago, jamás estará tan azul, tanto que yo le llamo el espejo
del cielo.
Leganés,
24 de Marzo de 2017
El
abuelo Josman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario