Foto: Ayuntamiento de Valdilecha (Madrid)
Nada hay más cercano que Valdilecha, y sin embargo, sin embargo, quiero dejar los recuerdos de juventud instalados en mi memoria frágil, juventud y ancianidad se dan la mano, allí, peremne aún la calavera de mi padre, me llama con el mudo silencio de los cipreses que se asoman al valle, allí, donde el despertar me olía a hornazo y a ese transportado perfume de la higuera, donde dejé de ser niño para todas las eternidades. Allí, tan cerca, conocí el sol de las auroras sin ocaso.
Padre: ¿habrán caído ya las primeras heladas sobre el marmol sepulcral, y el almendro habrá desnudado su alegría? ¡Abrázame padre, en la senda fría de mis sienes blancas!
JOSMAN
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