Foto: Lidu Gómez.
Cuando desciende la neblina
al callejón más oscuro de mi alma,
y penetra en ella nuestro Dios invisible,
se hace presente con las llagas del mundo
en las abiertas carnes de sus manos,
todos los niños del mundo transitan
con sus miradas golpeando el silencio.
Es entonces, amada mía, cuando
la poesía se amasa y cristaliza,
recortamos los suspiros, es domingo,
y replican las campanas, como
si sobre la mies flotara el mundo.
Después me duermo, siento frío.
Y desciendo por simas imposibles
en la oscuridad del miedo que trasciende,
extiendo mi mano en el vacío
y todo es nada sobre nada,
como si la nada fuera una escalera
en el sinfin del sueño escalofriante.
Temo a la nada siendo nada,
átomo vertebrado,
como caña de trigo necesaria.
JOSMAN.
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