Josman frente el aparcamiento de los pobres.
SONATILLA DE OTOÑO O ¿UN RETRATO BUTARQUEÑO?
Si yo fuera Valle Inclán o músico, hoy en Leganés, escribiría una sonata o un soneto de otoño, pero ni tengo esa capacidad para escribir, y siendo otoño, y lluvioso, de Leganés hoy sólo me interesa, esa franja norte que roza el barrio que me vio nacer, minuciosamente, pero bello, tranquilo, donde hasta los días húmedos se sienta uno y acuden los pensamientos, donde he visto mariposas un cuatro de Noviembre junto a la tapia de un polideportivo que da tanta pena, que su tapia norte recuerda las chabolas del franquismo, y hasta los preservativos cuelgan de esa enredadera de la rasilla desdentada como un relicario del amor clandestino, de esos amores de urgencia que envuelve el negro velo de la noche.
También hay clases sociales
en el propio parque lineal del Butarque, o dos tratamientos diferenciados, en
la zona que suelen aparcar sus vehículos los pescadores o paseantes es un
barrizal de tierra y algo de graba, en
el restaurante bien señalado y asfaltado un aparcamiento para los clientes. En
éste Leganés opaco, nunca sabremos si éste último fue pagado por el propio
restaurador o por los ciudadanos leganenses, qué más da, ¿o qué se da de más?
Los quioscos en terreno público se convirtieron en restaurantes que cada vez se les fueron adjudicando más terreno público.
¿Por qué será? ¿O por qué fue y será?
Para la presunta fornicación
o caricias clandestinas tras el vaho en el cristalino vehicular, si existe la
democracia bajo la arbolada, o en la citada tapia deportiva, ahí son o somos todos
iguales como en la “Fiesta de San Juan de Serrat”. Después en el café o la
mariscada, como dice la letra de cada canción, “cada uno es cada cual” “y el
puto rico al rosal y el puto pobre al portal” y los concejales a sus divisas legales.
Todo esto, lo recoge mi
humilde teatro “El Loco del Butarque” la verdad en Leganés se viste de locura,
para ser, o no es nada, y de luciérnaga para hablar de sus intentos
ladrilleros, en mi Rana y la Luciérnaga.
El Butarque, tiene algo de hostal al aire libre, donde el primer beso sabe a miel, y esos del amor tardío a frambuesa rejuvenecedora, cuando la edad hace débiles a los cuerpos.
Leganés es como un Madrid minimizado, su Retiro es Polvoranca, pero el Butarque, mi Butarque, es en miniatura La Casa de Campo, donde aún algún festivo alterno huele a pimiento frito y a tortilla en fiambrera.
Después en la noche, de las que huyo para que no me tachen de mirón o
en francés “Voyeur”, invisibles pero presenciales, se enciende la física
amorosa y todo eso que descubre la ciencia, se despiertan butarqueando, lo que
dicenson: "las adrenalina, dopamina, serotonina, oxitocina y vasopresina,
las que van directo al torrente sanguíneo", acaso de ahí, soñándolo, nació
mi "AMOR BUTARQUEÑO" Y hasta aquí sólo puedo escribir, hasta aquí
solo puedo decir, hasta aquí ya sólo pueden leer mis pocos lectores.
JOSMAN.
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