¿LA
SANTA COMPAÑA EN LEGANÉS?
Cuando Polvoranca era
una población antes que las epidemias mermaran sus habitantes, y los
sobrevivientes en el siglo XVII, se acogieran al amparo de Leganés (como dice
el himno de ésta ciudad), cuentan que esa circunstancia se dio en nuestro
municipio, creemos que todo surge con las leyendas pertenecientes a la
mitología gallega, asturiana, Zamora, León, Salamanca y partes de Extremadura,
nos dicen las enciclopedias.
Sea real o una ficción, esa superstición
aún es una sensación en algunas aldeas gallegas, siempre en esas noches de
niebla cuando los montes y su arbolado tienen ese sonido estremecedor producido por el viento.
Al igual que las apariciones de la Virgen, estos
sucesos se dan en zonas poco pobladas, dicen que “la Virgen nunca se aparece en
la Gran Vía madrileña”
Pero Leganés tiene sus ánimas benditas, y que en
aquellos seres a los que nuestra hoy querida Laguna de María Pascuala provocó
el cólera y otras epidemias “como el paludismo
producido picaduras de los mosquitos de la laguna” (dice la periodista Aroa Díaz en una crónica de Leganés Activo) que mermaron la
población de forma tan dramática que, ni San Nicasio patrón de Leganés protector
de éstas epidemias según su biografía pudo evitarlo.
Dicho esto, se cuenta y yo lo recojo sabiendo que puede
ser sólo eso, un rumor, que una pareja de jóvenes enamorados vieron este
Noviembre una procesión andante por la citada laguna, encaminándose hacia el
vecino barrio de Valdepelayos. No lo quise creer, me lo contaron porque había
escrito hace años sobre el fantasma de La acacia de los meones, que hace que la
vida del consistorio sea muy problemática, y en todas las legislaturas existan
problemas judiciales, aunque después se archiven las causas y se den condenas administrativas,
no penales, por errores o problemas urbanísticos, a pesar de la honradez de
nuestros concejal@s, es sin duda el maleficio el culpable.
Escribí de aquél fantasma y de la corneja negra que se posa
sobre nuestro ayuntamiento y alteran las sesiones plenarias, que hay que
suspender en ocasiones, a pesar de ser un ave no habitual en este Leganés
nuestro, lo es más en esa otra Castilla que se asoma al Duero.
Sea como sea, ésta procesión de Noviembre podría ser
una broma de Halloween, o una realidad en la que no creo, pero me preocupa por aquella
leyenda gallega que, se atrevía a decir que anunciaba la muerte dando tres
vuelta por una casa, y que en esa casa habría un fallecimiento seguidamente..
Hasta un poema celta lo recoge, hay mucha mitología,
pero toda ficción enmascara una realidad, los griegos crearon el mito del reino
Hades, el temor al inframundo, los
cristianos lo cambiamos por el infierno.
A Leganés sólo le faltaba una procesión de Ánimas
Benditas, yo no creo en el infierno, ni en ese purgatorio que se predicaba y pregonaba en mi infancia, la religión jugó con
los españoles durante muchos siglos, el infierno, el temor, el miedo casi
convertido en terror fue un trauma colectivo, en Leganés no hay Santa Compaña,
pero sí ánimas benditas, y sin procesiones con cruz, ataúd y velas o cirios,
pero esas ánimas benditas pululan por Polvoranca, y cada primero de Noviembre
avanzan por Valdepelayos, San Nicasio y de la Universidad hasta el Consistorio,
y allí, la corneja se une a ella en un vuelo negro que estremece a la Plaza
Mayor, donde hasta los autómatas de un reloj de Calle en una plaza sienten el
escalofrío mecánico rechinando en cada giro procesionario de las horas
señaladas.
José Manuel García García (JOSMAN)
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