Cerebro, arte, creatividad y la palabra.
El ser humano necesitó la palabra para comunicarse, tardó algo más en crear las letras y desarrollar el resto de las artes, en todas ellas dejó memoria de la historia, nos trasladó sus pensamientos, y sólo por ello adquirimos el conocimiento.
A veces me pregunto en mi pequeña afición, ¿qué sería de la poesía sin las letras, sin la palabra escrita? Todo el pasado está escrito, y hasta la ilusión casi profetizada de lo que nos ha de acontecer en el mañana.
De ese vibrar de las neuronas surge todo lo creado, el cerebro que las contiene es el gran laboratorio, hasta él llevamos las imágenes de cuanto vemos, los sonidos que escuchamos, el tacto de lo que sentimos, y el laboratorio se convierte en la factoría de donde surge la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, y el resto de cuanto creamos, todo lo creado primero llega por los sentidos y después se le da forma con mayor o menor resultado, como los niños realizan con la plastilina.
En ocasiones he escrito a través de lo soñado, porque dicen los neurólogos, que el cerebro tiene una actividad incansable hasta cuando descansamos.
Decían de Sócrates que tenía una tienda de ideas, pero sus ideas las dieron forma sus discípulos, ¿qué sería de Sócrates sin lo escrito por Platón entre otros? ¿de Jesús el carpintero sin en Evangelio?
En el fondo, sólo somos lo que escriben de nosotros, o lo que escriben ellos mismos de la vida y de su vida.
Todas las artes dejan su huella, hasta yo que carezco de arte dejo la mía, que sólo le interesará a mi nieto para conocer como fui, un hombre torpe que juntaba de una forma u otra, veintisiete letras para expresar una idea, como el panadero mezcla harina, agua y levadura para nutrirnos.
Ese es el fin del arte, nutrirnos, cada uno con su capacidad de entendimiento
JOSMAN.
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