jueves, 10 de noviembre de 2016

El eterno pillaje de España.

Análisis de los Rinconetes y Cortadillos trasladados a la actualidad.

En España en parte, ante tanta corrupción se comprende de dónde venimos, como se organizan las mafias y cómo funcionan. Las novelas picarescas, hasta las de Cervantes como en  Rinconete y Cortaldillo nos muestran que, siempre hay un Monipodio, un padrino, “el procurador que nos defiende” “el guro que nos avisa” –oficial inferior del juzgado- el gremio, los cofrades, la hermandad… Lo que se garbea y se da en oraciones o misas, la Sevilla que retrató Cervantes en 1613 está hoy correteando por la nación Española pero a lo grande, desde el guarda de apostadero en la puerta, hasta la presunta letrilla del juzgado, en la trena o en la gruda –autoridad judicial- Cervantes decía: “y el escribano, que si anda de buena, no hay delito que sea culpa ni culpa a quien se dé mucha pena” ¿No es hoy algo parecido? Respetando la profesionalidad de la judicatura.

Cuenta Cervantes que, hasta tenían personal para entorpecer la huida del ladrón por parte de sus seguidores al verse descubierto: “cuando [alguno] de nosotros va huyendo por la calle y detrás le van dando voces: ''¡Al ladrón, al ladrón! ¡Deténganle, deténganle!'', uno se pone en medio y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: ''¡Déjenle al cuitado, que harta mala ventura lleva! ¡Allá se lo haya; castíguele su pecado!''

Mucho se ha escrito de la picaresca, del ladroncillo, de El Buscón quevediano. Sólo se aliviaba todo con un entremés como “El Viejo Celoso”, y todo ello, naciendo en una  venta quijotesca y de camino al propio puerto del Guadalquivir, a la Casa de Contratación, dónde llegaba la plata de Las Indias. Hoy sólo cambian las nuevas tecnologías, y que, las mujeres Gananciosas no extienden los alimentos, también tenemos Carihartas, mujeres maltratadas pero aquellas eran generosas con la cofradía por el amparo que recibían; a España la han pintado los poetas mejor que los pintores, se divertían con una crítica social que burlaba a la Inquisición, el primer hurto de Rincón y Cortado es a un sacristán en una especie de mercado, éste llevaba el dinero del Clero en la bolsa, y hasta había forma de devolverlo al aguacil amigo sin mediar denuncia, todo se resolvía.
Después en los entremeses se divertía al pueblo en el teatro, España es teatrera por naturaleza, hasta yo invento unas brujas en El Butarque y las subo a las candilejas del Besteiro, hasta he creado una Lúa imaginaria.
España rezuma cultura en cada siglo, y en cada siglo la secan con la gamuza interesada del poder, y ahí, los autores aún teniendo éxito mendruguean en los capachos culinarios de la cofradía de un invisible Monipodio.
¿Quién es Monipodio? ¡Qué más da, siempre habrá uno! Siempre habrá una mafia, o banda organizada, siempre habrá un mercado sevillano, y una Casa de Contratación con un sumidero enfocado a la cloaca del trinque.
Hasta siempre y por siempre los primerizos, hasta con la edad de quince años, arañarán los dineros a los arrieros con los naipes, y por siempre, poetas como Cervantes, que lo fue, escribirán una “Ilustre Fregona”, una Constanza  que  nos enamore, porque entre col y col hasta Cervantes y los grandes autores nos metían una lechuga aliviadora, quizás para desviar los ojos inquisidores, hoy pasa lo mismo, vivimos entre la col y la lechuga, una cocida y la otra en ensalada, en Leganés añadimos chicharro en escabeche y unos pepinos de añadidura, porque entre Trump, Rajoy, Iglesias, Ribera y la Gestora, no da el ingenio para más, al fin y al cabo, somos menesterosos en crisis.
Mientras otros, oligarcas, rellenan su morcón, bandujo o bandullo intestinal  en sus tronos a la valenciana, que decía el pueblo y lo recogió Blasco Ibáñez: “Arroz y tartana, /casaca a la moda,/ y que ruede la bola/ a la valenciana” La rueda se parará, los chinos traerán un arroz más económico, las casacas serán de confección y, acabarán los jóvenes robando a los sacristanes para malvivir.


Josman.

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