Análisis de los Rinconetes y Cortadillos trasladados a la actualidad.
En España en parte,
ante tanta corrupción se comprende de dónde venimos, como se organizan las
mafias y cómo funcionan. Las novelas picarescas, hasta las de Cervantes como en Rinconete
y Cortaldillo nos muestran que, siempre hay un Monipodio, un padrino, “el procurador que nos defiende” “el guro
que nos avisa” –oficial inferior del juzgado- el gremio, los cofrades, la
hermandad… Lo que se garbea y se da en oraciones o misas, la Sevilla que
retrató Cervantes en 1613 está hoy correteando por la nación Española pero a lo
grande, desde el guarda de apostadero en la puerta, hasta la presunta letrilla
del juzgado, en la trena o en la gruda –autoridad judicial- Cervantes decía: “y el escribano, que si anda de buena, no
hay delito que sea culpa ni culpa a quien se dé mucha pena” ¿No es hoy algo
parecido? Respetando la profesionalidad de la judicatura.
Cuenta Cervantes que,
hasta tenían personal para entorpecer la huida del ladrón por parte de sus
seguidores al verse descubierto: “cuando
[alguno] de nosotros va huyendo por la calle y detrás le van dando voces: ''¡Al
ladrón, al ladrón! ¡Deténganle, deténganle!'', uno se pone en medio y se opone
al raudal de los que le siguen, diciendo: ''¡Déjenle al cuitado, que harta mala
ventura lleva! ¡Allá se lo haya; castíguele su pecado!''
Mucho se ha escrito de
la picaresca, del ladroncillo, de El
Buscón quevediano. Sólo se aliviaba
todo con un entremés como “El Viejo
Celoso”, y todo ello, naciendo en una
venta quijotesca y de camino al propio puerto del Guadalquivir, a la
Casa de Contratación, dónde llegaba la plata de Las Indias. Hoy sólo cambian
las nuevas tecnologías, y que, las mujeres Gananciosas no extienden los alimentos,
también tenemos Carihartas, mujeres maltratadas pero
aquellas eran generosas con la cofradía por el amparo que recibían; a España la
han pintado los poetas mejor que los pintores, se divertían con una crítica
social que burlaba a la Inquisición, el primer hurto de Rincón y Cortado es a
un sacristán en una especie de mercado, éste llevaba el dinero del Clero en la
bolsa, y hasta había forma de devolverlo al aguacil amigo sin mediar denuncia,
todo se resolvía.
Después en los
entremeses se divertía al pueblo en el teatro, España es teatrera por
naturaleza, hasta yo invento unas brujas en El Butarque y las subo a las
candilejas del Besteiro, hasta he
creado una Lúa imaginaria.
España rezuma cultura
en cada siglo, y en cada siglo la secan con la gamuza interesada del poder, y
ahí, los autores aún teniendo éxito mendruguean en los capachos culinarios de
la cofradía de un invisible Monipodio.
¿Quién es Monipodio?
¡Qué más da, siempre habrá uno! Siempre habrá una mafia, o banda organizada, siempre
habrá un mercado sevillano, y una Casa de Contratación con un sumidero enfocado
a la cloaca del trinque.
Hasta siempre y por
siempre los primerizos, hasta con la edad de quince años, arañarán los dineros
a los arrieros con los naipes, y por siempre, poetas como Cervantes, que lo
fue, escribirán una “Ilustre Fregona”, una
Constanza que nos enamore, porque entre col y col hasta Cervantes
y los grandes autores nos metían una lechuga aliviadora, quizás para desviar
los ojos inquisidores, hoy pasa lo mismo, vivimos entre la col y la lechuga,
una cocida y la otra en ensalada, en Leganés añadimos chicharro en escabeche y
unos pepinos de añadidura, porque entre
Trump, Rajoy, Iglesias, Ribera y la
Gestora, no da el ingenio para más, al fin y al cabo, somos menesterosos en
crisis.
Mientras otros,
oligarcas, rellenan su morcón, bandujo o bandullo intestinal en sus tronos a la valenciana, que decía el
pueblo y lo recogió Blasco Ibáñez: “Arroz y tartana, /casaca a la moda,/ y que
ruede la bola/ a la valenciana” La rueda se parará, los chinos traerán un
arroz más económico, las casacas serán de confección y, acabarán los jóvenes
robando a los sacristanes para malvivir.
Josman.
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