Hoy que Jesús de Nazaret ha resucitado conviene reflexionar sobre la religiosidad pública, es decir, la del Estado. No la de las personas en su privacidad.
A mí que me dicen que involuciono, cuando hablo de historia reciente, observo como España sigue en esa involución de la que me culpan, los seres libres pueden rendir culto a las creencias que deseen, pero hay dos formas de ser un Estado, el Laico y el aconfesional. España poco evolucionada incluyó en su Constitución lo aconfesional, por ello en esa involución o inmovilidad, su colaboración con la Iglesia, el art 16 de la Constitución crea la trampa legal y dice: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones"
Y en esa cooperación está, el dinero, la casilla de la Declaración de la Renta y estar exenta de IBI.
Tenemos un concordato preconstitucional y no existe la separación real de Iglesia y Estado. Nunca vamos a evolucionar en ese sentido.
El Estado Laico según la RAE:
"Independencia del individuo o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa"
“Este es un estado aconfesional, no laico”. “Lo dice la Constitución. El Estado es aconfesional pero tiene la obligación de facilitar a las diferentes creencias su práctica”
Y éste es un modo de estar atado, y quien ata a un Estado lo deja sin evolucionar en su espíritu.
JOSMAN.
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