Hace dos años comencé una obra de teatro: El Costal de Harina. Terminé rompiéndola porque aún creía en el ser humano. Hoy, me quedo recluido en casa, para escribir la tragedia, sí, una tragedia que hace que sea real aquella expresión de"Homo homini lupus" -El hombre es un lobo para el hombre- donde nos convencemos de que somos depredadores, y lo somos con los que son más débiles que nosotros, hasta el punto de que, siendo analfabetos funcionales, le meamos en los bolsillos hasta al propio Estado.
El costal de harina, donde el Estado deposita cada mes 10 kg de ese trigo en polvo, después, todo el mundo sube al desván y acaba cogiendo del costal un puñado para hacer su empanada.
¿Qué nos puede extrañar de los políticos corruptos? La picaresca, el mío, mío, el trinqueo harinero, somos como ellos, metemos y metemos la mano en el costal de harina, y siendo así, todos y por todo, desaguamos la riqueza de todos por el sumidero que nos arrastra por la cloaca del egoísmo y la avaricia.
Será mi última obra, si las hienas de la vida me dejan 7 días para poner éste negro sobre el blanco del folio que lo soporta todo.
JOSMAN.
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