domingo, 23 de agosto de 2015

LOS HIJOS DEL FRANQUISMO.

Sede del Ayuntamiento de Madrid.

Ayer se le cortaba a uno la digestión viendo el despacho del alcalde de Madrid en el Palacio de Telecomunicaciones frente a la diosa Cibeles, Carmena lo mostraba con cierta vergüenza a la Cuatro TV.


A Gallardón se le quedó pequeño el Ayuntamiento de la Plaza de la Villa y presupuestó 45 millones, que acabó costando 500, mientras estos sinvergüenzas hablaban de recortes y de ajustes a una ciudadanía ciega, y sorda, repetían lo de la austeridad por las alcachofas televisivas, en el Parlamento y a cuantos sitios iban.

Sus compañeros, no todos, jugaban a la Gürtel y a las Púnicas variadas, con el dinero del pueblo, se convirtieron en Faraones, por si perdían las elecciones, dejaron a empresas contratos hasta de 12 años que nada pueden hacer los gobiernos entrantes, a sus asesores los elevaban a los altares y a los trabajadores a la catacumbas, con salarios de 350 Euros al mes en jornadas de 4 horas, según manifestaban ellos mismos.

Eran, son y serán los hijos de aquél sistema de mi infancia y juventud, son enfermos de poder, Hasta convirtieron a Felipe González a su catolicismo dinerario, y mutaron al PSOE hasta convertirlo en un ente conservador y acomodado por los despachos europeos con retiros elefantoides como Almunia y otros.

Franco, lo dejo todo atado y bien atado, con escasos estudios, solo militares, sabía que eternizaría su sistema, no con ideas, esas eran sólo las de Platón, aquí, él sabía que bastaría con hacer que los gobernantes aún salidos de las urnas, vivieran como un virrey del Perú, bastaría que al socialismo moderado se le descabezara con las eléctricas o gas natural, y al comunismo,hoy IU, con una concejalía de urbanismo, aunque ladraran por las esquinas.


Al fin y al cabo, yo también quise probar la tentación cuando llegué a la puerta de la Falange, y mi padre, cautivo y desarmado, me tiró de las orejas hasta que entendí que era hijo de un simple vaquero, y que, con eso bastaba para no ser hijo del franquismo, que sólo me dio un quesito americano.

JOSMAN.

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