La discapacidad no se reconoció hasta el siglo XVIII, aún estremece leer lo que se hacía en la Esparta de Licurgo con éstos seres humanos.
No lo voy a citar, porque cualquiera puede consultarlo en Internet.
Solamente en la América precolombina se cuido de ellos y ellas, durante toda la historia de la humanidad, fueron los hijos de otro Dios, en ocasiones, ese otro Dios, quizás el verdadero, va en ellos, a veces sin decir el lugar y las circunstancias les veo de cerca hablo con ellos y ellas, y algunos no tiene la capacidad de mentir, dentro de la discapacidad intelectual, son seres blancos, porque la sociedad no les ha inyectado la maldad, aunque ciertas patologías les hagan enfadarse.
Con las limitaciones en el lenguaje y sus vocablos, en la serenidad del diálogo en ocasiones repetitivo, observas que son hijos de otro Dios que, la naturaleza mermó. Hubo un tiempo en Grecia hace 2500 años que se les creía enviados por los dioses, pero fue un tiempo mínimo y tuvieron que pasar 23 siglos, hasta empezar a legislar sobre ellos y para ellos,
Aún quedan lagunas, donde hasta la justicia titubea, modificando normativas y leyes los legisladores.
El Estado es un padre, a veces, a media jornada, pero con todo, con ello o sin ello, en parte son, como aquellas chiquillas de Añón camino de Tarazona que Bécquer describió, "con el fardo de la miseria al hombro", creamos o no, son la mano derecha de Dios, frente a la deshumanización de la especie.
JOSMAN.
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