Del Butarque azul al Butarque negro.
Desde el altozano quebrado de los besos olvidados, el denominado Lago del Butarque es un espejo añil, descendiendo por los últimos trigales y embarradas las botas por las llamadas lindes parcelarias abrileñas, tiene ya allí, por su visión más cercana, esa placidez de oasis, esa es mi medicina mental, la del sosiego, quizás por ello, al sureste en un cerro los cipreses altivamente anuncian al paseante el estallido insonoro del camposanto leganense, y esa visión de paz que se adivina en la muerte, está separada por la Ronda Norte pepinera y un diminuto bosque, en ese cuadro natural, se observan los vestigios inconfesables de la pasada noche, donde el amor se oculta de la urbe infecta para hallar un Lago negro que sirve de espejo a la Luna, que, las brujas dibujan con sus dedos en las aguas, por siempre y para siempre, en la noche de San Juan, y… basta.
Foto: Josman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario