La poesía hay que ponerla en remojo, como hacemos con los garbanzos. Pero eso es diíicil de explicar y entender.
Gabriel Celaya a quien conocí en su casa del Barrio de la Prosperidad, dejó escrito que "La poesía es un arma cargada de futuro."
Ayer despedía ese año eclesiástico con ésta cita, Lo bueno de la poesía escrita y editada es que, como en el caso de Fray Luis de León y la de Becquer y tantos otros, es que en el caso del primero sus poemas se conocieron un siglo después de muerto.
Ayer, con un símil casero, llegaba a la conclusión de que ocurre con los poemas como con las legumbres necesitan estar un tiempo en agua.
Mi poesía, mis destellos, incluso los amorosos, serán más leídos cuando me lleve la Parca, cuando solo sea excremento gusanil, que me devorarán en ese ciclo natural de la naturaleza.
Obviamente al no ser ni Fray Luis, ni Bécquer ni los Machado, mi arma permanecerá con mi alma en un anaquel cogiendo polvo, es decir como los garbanzos estaré en remojo polvoriento.
Y quizás ese nieto del que tanto hablo, descubra estos destellos josmanianos, y miles de versos salgan reeditados en mis obras completas.
Al fin y al cabo, contra lo que dice Machado y nuestro gran poeta Santiago Gómez Valverde, la palabra en el tiempo, no debe de tener tiempo, aunque se haya escrito en un tiempo, a veces escribo que leo la Biblia, una palabra escrita en su tiempo que es válida hoy. hasta su mayor mentira se reproduce hoy, Caín y Abel, la envidia que acaba en crimen, en la Ley de Enjuiciamiento Criminal o Código Civil, el Caín que devora herencias, esquivando al Notario. Sí, el Caín que devora herencias, la lucha eterna que hasta el segundo poeta griego Hesíodo, sufrió su cainismo hace 2800 años, que también se da en el padre de Israel, Jacob, que reduce la primogenitura de Esaú por un plato de lentejas.
Ayer cenaban juntos Abeles y Caínes, el Dios dinero por mínimo que sea hace a los hombres caínes, he visto desposeer a seres humanos de parte de su herencia legítima y eternizarse su causa en los juzgados.
Pero a los poetas aficionados no pueden hurtarnos o robarnos nuestra mínima propiedad intelectual.
Y sólo nos queda eso, mi torpe obra vivirá más que yo, queda lo que pensé, acertado o equivocado.
Quizás por ello dijera Celaya que es un arma cargada de futuro, él poeta vasco murió, y desde mi humildad lleve sus versos a las candilejas del Besteiro, nadie llevará mis versos al Besteiro, pero viviré en un entrepaño al remojo del polvo. Y con eso ya sobrevivirá mi obra sobre la noche de mis días.
La poesía es el testigo vivo de cuanto hemos sido y sentido, lo demás es carne y hueso desmenuzados por el tiempo.
JOSMAN.
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