Siempre escribo de mi padre,
¿y de mi madre? Inocenta,
en un alto en Valdilecha
descansa en mármol frío…
Mi madre genio y figura,
como yo, neuroticamente
brava, nerviosismo doloroso
que luego invade el alma.
Huracanes exteriores,
o ciclones de palabras,
después, en la desnudez
en la reflexión callada,
era ella, y soy yo, corchos en el oleaje,
sin peso, somos casi nada.
Ella y yo, iguales y distintos,
madre, madre, sopla, canta…
retórname un instante
tras tu voz de aquella infancia,
retórname a nuestras neuras,
en ellas somos, lo que fuiste,
lo que soy, y ¡basta!
Leganés, 8 de octubre de 2009
JOSMAN.
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