domingo, 4 de marzo de 2018

EL TÁPER DE LA ABUELA.

EL TÁPER DE LA ABUELA.
Carta a las abuelas
Conocí a estas abuelas de hoy cuando eran jóvenes en aquellas décadas difíciles de una posguerra dilatada en el tiempo de los años 50 y 60 del pasado siglo.
Muchas llegaron a las grandes capitales desde las zonas rurales donde existiendo ya las cosechadores, realizaban la siega y la trilla a mano con las herramientas que pervivían desde hacía siglos.
Aquellas mujeres que se abrieron camino con sudor y a veces sangre, donde además de ser marginadas incluso para abrir una cuenta bancaria de ahorro, algunas servían en casas de unos señores, donde la jornada diaria era interminable y se hicieron mujeres cuidando y criando los hijos de otros.
Aquellas mujeres hoy son abuelas, compraron sus viviendas en ciudades dormitorios llevando la economía de sus hogares, quitándose de un seno maternal a un hijo para colocar a otro, algunas fueron incorporándose al comercio y las industrias, consiguiendo esto tan normal hoy en día el permiso de conducir, aquellas jóvenes con salarios insuficientes como hoy, abrieron las nuevas ciudades y les dieron vida, hasta el punto que dejaron de ser barrios dormitorios para tener ese carácter de ciudad.
Hoy aquellas mujeres con sus achaques con sus artrosis y problemas óseos y de eso que dominamos circulación sanguínea, por no citar otras de más gravedad, se siguen despertando al alba, y cuando podían respirar reposo, madrugan para llevar al nieto a la guardería, a los médicos, y ya que están aquí, que se queden a comer, porque los hijos regresan a la tarde y el niño o los niños casi retornan con el pijama puesto.
Y ¡Ay, de aquellas que tienen hijos en paro de larga duración! Es entonces, cuando con su míseras pensiones alargan el céntimo hasta milagrear ese puñado más de lentejas, y, como las tarteras quedaron anticuadas, ahí meten en el taper, cuanto pueden, Sí las conocí como todos los de mi edad, en esa lozanía que comenzó a marchitarse a golpes de lucha en hogares y fábricas,.
Hoy algunos fascistas porque quedan, las llaman yayoflautas, porque se asoman con una pancarta a la mismísima puerta del Congreso de los Diputados y desafían a la Ley Mordaza, por defender ese pan, esas lentejas, esa ayuda a la hipoteca, ese socorro a la beca del nieto.
¿Por qué a las abuelas?, porque los abuelos arrastramos la sombra de nuestro machismo, y algunos entre los que me encuentro, mientras ellas cocinan unas albóndigas, los hombres estamos o bien en la partida de naipes o escribiendo coplas o cartas como esta, aunque somos los mensajeros, los que llevamos el táper y subimos al tobogán al nieto.
Hoy reclaman una pensión justa y desde el Banco de España, las dicen que tienen vivienda propia y es un bien, y que eso es un bienestar por no pagar alquiler.
Todo cuanto aquí he escrito lo sabemos todos, lo escriben a diario en sus mentes y no lo pasan al papel, por ello, y no porque sea el mes de la mujer Marzo, les escribo reitero lo que todos y todas sabemos.
Y es que, con unos gobernantes insensibles, nos queda el ejemplo de estas abuelas en la barricada pacífica, porque como dice el himno de los caídos: “No supieron vivir de otra manera, ni morir” Cuando las abuelas hablan los poetas aficionados deberíamos callar para siempre.
Permite,  lector, ésta simple carta, este homenaje, porque su táper, sin ser una exageración, quita hambre, y nada en el mundo es mayor tesoro que en este, el de una madre que es abuela.






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