domingo, 21 de octubre de 2018

EN ASTURIAS CON LA CARROZA DE ORO.

EN ASTURIAS CON LA CARROZA DE ORO.

Cuando se escribe la 1ª parte (54 folios) de una novela en quince días, siendo uno solo un aficionado, se cansa, y se necesita un descanso, pero ésta Carroza de Oro, me ha perseguido hasta en un viaje relámpago a Asturias, allí hasta en el Restaurante Villuir de Luarca he escrito uno de los veintitrés capítulos,en esa sobremesa que mira a la autopista del Cantábrico y se llena uno de nostalgia, ese restaurante era una tienda- bar hace 50 años, La carroza de oro, es amorosa, en un lenguaje sencillo, ese lenguaje del pueblo que aprendí en esa Asturias milenaria, porque allí aprendí a leer en una aldea de 76 vecinos (hoy) que se llama Moanes cerca de Constancios, donde me matriculó mi abuela Rafaela.
Esta novelilla recoge citas de A. Machado, breves reflexiones sobre  San Agustín, de Irlanda y San Patricio, de Gracián, de Cervantes y Sócrates, algunas han sido base de mis articulos en Nuevo Crónica, de esas citas surge una reflexión, hasta del bálsamo de Fierabrás, que es el néctar de un beso amoroso, escribiendo la carroza, me ha parecido volar como Quijote y Sancho en Clavileño, he trasladado el sueño a la realidad escrita, he inventado otra Guiomar con la personalidad de Lúa en mi Amor Butarqueño.
Dar vida a lo onírico resulta difícil para un pobre aprendiz vecino de Leganés.
Volver a Asturias y escribir en donde aprendí las vocales y consonantes, no sé por qué se me atragantaba el arroz con leche del postre. Mi padre no conocería ni la casa donde nació hace 101 años, hoy convertida en Casa Rural, tras escribir en un viejo cuaderno me fui a la cabaña, y después de pasear por el prado, llegaba la hora de volver a Leganés, quizás porque aquí está mi Carroza de Oro y su segunda parte.

JOSMAN.

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