jueves, 16 de abril de 2015

BUTARQUE, CUALQUIER TARDE DE ABRIL.


Ahora que, los días son largos, y la primavera ha vestido el Butarque de hierba intensamente verde, como pradera asturiana, el arroyo aumenta su cauce, y los patos juguetean más alegres, da gusto el paseo solitario, donde uno medita sus versos o sus coplas, al Butarque le debo muchos sueños, muchas meditaciones, es un pequeño paraiso a 3 km de la urbe leganense, que en su ladera norte se asoma al barrio en que nací.

Penetré en la selva verde
y extendiendo mi chaqueta
me tumbe en la humedad

de ese Abril que es primavera.
Lejos del mundano ruido
queriendo soñar con ella
al igual que un pobre loco
sentí cerca su presencia.
Cantaban los pajarillos,
a mi enorme dormidera,
yo soñaba que soñaba
que estaba con mi princesa.
Una pareja de patos
recorrían la ribera,
como dos enamorados
que se hacen confidencias.
Después alzaron el vuelo
con sus alas tan abiertas
sobrevolaron los chopos
gigantes, de sombras negras.
Y en un breve paseo
Me acerqué a la vieja higuera
En ella recién nacidas
todas sus hojas pequeñas, 
mecidas por viento lento
de su fruto centinelas,
¿sonreían o lloraban
sujetas a su condena?

JOSMAN.

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