Quizás mi mayor ilusión en aquella infancia de colores e inocencias, era acompañar a mi padre en su tartana a repartir la leche en cántaros pesados camino de Madrid, bajar al trote por la aún Calle General Ricardos y subir más pausado Topolino por la también actual Calle de Toledo de Madrid, sobre la tartana yo me sentía un príncipe lechero.
Tras mi caballo de armiño,
bañé mis sueños de infancia
y crucé Carabanchel.
Nunca medí la altura,
siempre mi padre me alzaba
a la tartana, y desde ella
con las riendas en la mano,
yo era el príncipe lechero
que repartía y viajaba,
a un Madrid aún lejano,
con aquella leche al alba.
Visitando lecherías,
cántaros de cinc pesados.
Y Madrid se abría a mí
¡arre Topolino, y anda!
Y hoy, en Zarzaquemada,
con la andropausia y su peso
me peino la barba cana…
Y que lejos mi niñez suspira.
JOSMAN.
2 comentarios:
Y ahora es usted el príncipe de la escritura y ya sabe... al que no le guste... ajo y agua
tanto como principe, me parece exagerado, es mas hunilde ser crítico y flexible
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