Otra vez los versos, sus metáforas, lo que esconden, lo que disfrazan, yo, torpemente escribo, otros, los pocos lectores que tengo tienen la facultad voluntaria de reflexionar, de descubrir y hasta de adivinar ¿Qué son las hojas negras, las lágrimas de fuego del pobre Butarque, que son los minerales del cuerpo humano…? ¿Hasta por qué caracolea Leganés? ¿Quién hurga las heridas, que se busca y se rebusca? ¿Quién es el sabio entre los torpes, y hasta que significado tiene aquello de un reloj de Calle en una plaza?
Un Leganés que camina a impulsos naturales, por los vientos, como lo hacen con el barco de vela, como se mueve un molino de viento, aunque ya se que diréis que existen otros, los de agua, ¡ay, el agua, eran, son y serán de lágrimas encadenadas…!
Hay un Leganés perdido
con veintisiete encontrados,
bajo un reloj que gira
millonariamente espeso.
Leganés caracolea, anda
por la senda milenaria
de una avaricia de cuento,
de la que siempre escribimos
tres torpes y un sabio
viejo, que ciegamente,
mete en su herida los dedos,
mete su oído en el aire,
y en los escombros rebusca
por encontrar lo que sabemos:
Oro, plata y cobre…
¡Ay, los minerales del cuerpo…!
Pocas hierbas curativas…
Silba el aire en sus ruinas,
Polvoranca huele a infierno,
Oro, plata, y cobre
de un pequeño Butarque
con sus lágrimas de fuego
por veintisiete encontrados,
que en sus despachos inciertos,
multiplican hojas negras
del Leganés que tenemos.
Leganés, 2 de septiembre de 2009
JOSMAN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario